Un amanecer que nace en tus labios,
un atardecer que se funde en tu pecho,
una luna que se esconde en tus muslos
y unas nubes que despejan el deseo
de tenerte conmigo
a cada momento.
Días y días y noches enteras
que espero en tu pecho a que pasen las penas,
que beso en tu cuello las dulces cadencias
de café y chocolate,
de limón y menta.
Meses y meses y semanas sin tregua
que espero en tus manos a que cesen las guerras,
que beso en tu rostro las tenues esencias
de té y vainilla,
de amor sin fronteras.
Pero amanezco en tus labios y duermo en tus piernas,
y el tiempo no pasa cuando tus ojos se cierran
o se abren como flores a la (al fin) primavera.
Pero atardezco en tu pecho y despierto en tus cejas,
y la vida se pausa cuando escribes poemas
o creás ritmos sin voz que (por fin) me liberan.
Y mil lunas ya hay entre tus muslos,
mil nubes ya formaron tormentas,
ya nevó entre tus dedos y hubo vientos de arena,
ya salió el sol en tu frente y sentí cómo quema
el fulgor de tus besos
que soltás con fiereza.
Ya pasaron inviernos
y días y días y noches enteras,
y semanas y meses y corredores sin meta,
pero, ¿Te digo algo?
por vos resisto una lluvia de estrellas,
por vos le escribo al temporal de cometas,
porque capaz el cielo se caiga
pero qué lindo le queda...